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Punto de Vista

Impunidad para la violencia juvenil

Sectores como Cabecera y Cañaveral, sin lugar a dudas, son zonas interesantes, positivas, con muy buenos servicios sociales y comerciales para todos los residentes; sin embargo, es necesario actuar frente a hechos de violencia provocados por jóvenes que residen y visitan estas zonas.

Como docente y madre de familia de un adolescente agredido, es mi responsabilidad difundir la urgencia de un trabajo conjunto y permanente entre familia, ciudadanía, Policía y centros educativos para tratar este tipo de situaciones.

Vemos con gravedad el porte y uso de armas por parte de jóvenes quienes en su condición de protegidos por la ley al ser menores de edad, aprovechan para protagonizar actos de violencia con consecuencias fatales para otros.

En la Policía Judicial de Infancia y Adolescencia reposan un alto número de denuncias contra menores de edad por homicidio y lesiones personales las cuales ingresan a un largo proceso de investigación que puede durar meses y hasta años sin que se realice ninguna sanción para estos jóvenes. Al final salen a las calles con la misma actitud de violencia.

Sorprende también que la mayoría de estos jóvenes no viven en sectores marginales de la ciudad, sino en barrios residenciales como  Cañaveral o Cabecera, lo que demuestra que ya la “pobreza” no es el único factor de violencia, sino que factores como permisividad y crisis social provocan estas situaciones.

Y aunque no se discute la importancia de proteger a la infancia y adolescencia, se necesitan mejorar los procedimientos para que se aplique justicia.

Aquí me refiero al comercio que no tiene ninguna vergüenza de expedir licor y cigarrillos a menores de edad, a los vecinos que no deben callar ninguna situación irregular en la que estén involucrados niños y jóvenes, los profesores e instituciones educativas que se deben comprometer a realizar un seguimiento permanente de los estudiantes y, por supuesto, a los padres de familia para que con amor responsable y límites acompañen y eduquen a sus hijos con respeto por ellos mismos y por los otro.

Por: Tania Meneses

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