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Punto de Vista

La frontera urbano-rural

Gilberto Camargo Amorocho. columnista de GENTE

Gilberto Camargo Amorocho

El crecimiento de Bucaramanga provoca grandes efectos en sus veredas cercanas. Aún no es claro a mediano o largo plazo dónde debe estar localizada la frontera que separe la ciudad del campo o mejor hasta dónde debe extenderse su desarrollo físico. Hay temor en sus campesinos porque esa frontera continua más débil e invisible que nunca y es nula la gestión por hacerla fija y no móvil, pues advierten de manera instintiva las funestas consecuencias.

Pero también ese temor lo hay en nosotros los habitantes urbanos, la Bucaramanga de ahora tiene más grados centígrados, más automóviles y menos andenes y sombras; con más asentamiento prohibidos e ilegales.

Bucaramanga con sus títulos o adjetivos calificativos que le pone el alcalde de turno, “Ciudad de Todos”, “Ciudad de la Alegría”, “Ciudad Bonita”, solapadamente la gente de lejanas tierras creen el cuento y la convierten en un destino y más aun sabiendo que es centro de toda una región con problemas de conflictos armado y ultimadamente por causas del invierno.

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