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Periodista del Barrio

Mucho escándalo en La Floresta

La cancha de La Floresta lleva varios años siendo escenario no solo de sano esparcimiento para niños y grandes, sino también el lugar que reúne a jóvenes hasta altas horas de la noche, situación que incomoda a algunos vecinos. - Archivo / GENTE DE CABECERA

La cancha de La Floresta lleva varios años siendo escenario no solo de sano esparcimiento para niños y grandes, sino también el lugar que reúne a jóvenes hasta altas horas de la noche, situación que incomoda a algunos vecinos. – Archivo / GENTE DE CABECERA

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Domingo, 5 a.m.: gritos, ruidos extraños, risas y canciones vulgares enmascaran el hermoso cantar de los pájaros…

Intento ignorar el ruido molesto y dormir de nuevo pero es imposible. Doy vueltas en la cama hasta que no puedo más. Una vez más el sueño se ha ido, como está ocurriendo cada domingo, gracias a jóvenes impertinentes y maleducados, al parecer sin padres que sepan lo que es la disciplina.

6:15 a. m.: desesperada y frustrada por el cansancio llamo al CAI de Terrazas para solicitar que envíen un patrullero a poner un poco de orden, y con la promesa de que ya vienen, dan las 7 a. m. y una vez más brillaron por su ausencia.

Esta es la historia que se repite casi cada fin de semana en la cancha de la calle 66 con 49 en La Floresta.

¿Porqué de una buena vez no ponen un horario de cierre y apertura a esa odiada cancha que pasó de ser un lugar donde se divierten los niños y jóvenes, al after party de imprudentes que creen que allí pueden ir a terminar la fiesta, drogarse y practicar actos soeces?

¿Por qué esperar siempre a que ocurra alguna pelea o tragedia para tomar medidas? ¿Acaso los padres de niños pequeños quieren que sus hijos salgan a jugar a un lugar donde sólo quedan restos decadentes de latas de cerveza y colillas de cigarrillo y marihuana? ¿Acaso merecen los vecinos y deportistas del barrio encontrarse cada mañana una escena desagradable y personas que hacen sentir inseguro lo que debería ser un momento de desestrés?

Eso sin contar los efectos a la salud física y mental que genera la falta de sueño. Definitivamente ¡qué tristeza la incultura!