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Columnistas

Cuando la ciudad enferma

Gilberto Camargo Amorocho

Por Gilberto Camargo Amorocho

“La salud debe ser parte de las consideraciones cuando se planifica urbanísticamente una ciudad”, frase de los científicos del departamento de Salud Ambiental de la Organización Mundial de la Salud, OMS. “Y es necesario implicar a arquitectos, alcaldes, urbanistas… para definir lo que se puede ganar o perder en términos de salud”, continúa.

Según datos de la OMS, en los últimos 20 años la extensión de áreas urbanas ha crecido hasta en 20% en los países europeos, mientras que la población lo ha hecho sólo en 6%.

En el caso de Bucaramanga la ciudad tiene otros factores que conllevan a la enfermedad, la alta densidad, el hacinamiento y las pocas zonas verdes.

En España demostraron que aquellos barrios donde hay más parques las posibilidades de practicar cultura física son altas y la comunidad tiende a ser más sana.

Otro factor que conlleva a enfermar es la insistencia en manejar vehículos y la poca inversión que se hace en fomentar las ciclorrutas o el caminar.

La inseguridad es otra causal de lesión, incluido el estado mental, que también va ligado a las consecuencias de la incultura urbana, en especial cuando no se cumplen los deberes ciudadanos de no botar basura, no comprender los males bacterianos que conlleva el no saber manejar mascotas, igual los cuidados de la piel cuando a la ciudad la privan de sus sombras o árboles frondosos.

La incultura del conductor o propietario de vehículos es también determinante. Los que solemos practicar ciclismo por las vías metropolitanas sabemos de las impurezas que reciben nuestros pulmones cuando los certificados de gases no son auténticos o no tramitados.

En Inglaterra se encontró que los usuarios del transporte masivo tienen más riesgo de ansiedad.

Las ciudades no están diseñadas para hacer ejercicio en el día a día y los lugares de trabajo cada vez están más alejados, esto contribuye a las tasas de sedentarismo que tanto preocupan a la OMS (con tasas en torno al 60% en los países desarrollados) responsables de 3,2 millones de muertes anuales en el mundo.

Este es un tema que debería empezar a preocuparnos, sobre todo a nuestros gobernantes que fueron elegidos para pensar en el bienestar del pueblo.