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La orfebrería, un negocio de tradición para los Torres Cadena

La señora aún visita la joyería de su hijo para colaborarles y seguir sirviendo a sus clientes.

La señora aún visita la joyería de su hijo para colaborarles y seguir sirviendo a sus clientes.

La herencia que doña Cecilia Cadena de Torres le deja a sus hijos es muy valiosa.

No solo por haberles transmitido el cómo trabajar una joya y comercializarla, sino por los valores como la responsabilidad, el respeto y la honradez que requiere todo negocio.

Tiene 85 años, de los cuales más de 60 han sido dedidacados al mundo de las joyas.

Recuerda que recién graduada bachiller de la Normal Superior de Bucaramanga, con apenas 16 años, empezó a trabajar en una joyería.

Era la de Valentín Torres, su padrino. Según cuenta, esta y la de Pedro Angulo eran las únicas joyerías de Bucaramanga para la década del 40 y estaban ubicadas en el centro de la ciudad.

Luego conoció al hombre de su vida, con quien dos años más tarde trabajó en lo que sabe hacer: elaborar y vender prendas de joyería.

Don Carlos Arturo Torres Luna, su esposo, montó uno de los negocios más estables en este campo y para ese año de 1948. Lo hizo junto a cuatro socios: Omar Gómez, Gonzalo Arenas, Alberto Torres y Alfonso Torres.

“No le pusimos nombre porque cuando eso no se acostumbraba, pero sí recuerdo que trabajamos mucho en varias cosas”, dijo doña Cecilia.

Uno de los mejores recuerdos que conservan con orgullo en la familia es la corona del concurso de Señorita Santander de 1961.

Claudia Álvarez Rueda fue la reina que por primera vez lució la diadema de oro que don Carlos, su esposa y sus trabajadores elaboraron con mucha delicadeza y perfección.

La corona de Señorita Santander de 1961 fue hecha por don Carlos y su esposa.

“Como la corona fue pasando de reina en reina, no sabemos en manos de quién quedó, porque luego la fueron cambiando”, mencionó doña Cecilia.

Además de este logro tienen en su lista de clientes a destacados personajes de la ciudad, cuyos hijos y nietos hoy llegan preguntando por doña Cecilia, por su salud y cuestionando si todavía trabaja haciendo collares.

“Mucha gente llega a preguntarla y eso nos alegra. La mayoría de personas que llegan aquí son referenciadas o porque aún conservan alguna joya que don Carlos les hizo”, mencionó Mónica Pineda, esposa de Édgar Torres, uno de los herederos de esta elegante labor que como todo ha innovado, pues según cuenta doña Cecilia, al principio se trabajaba solo en oro, plata y piedras preciosas y semipreciosas incluidas las esmeraldas.

Sus hijos Gloria, Fernando, Iván, Clara, Édgar, Javier, Mauricio y Carlos Arturo crecieron viendo cómo sus padres trabajaban elaborando anillos de grado para colegios como La Presentación, La Merced, Normal Superior y El Pilar, entre otros. También recuerdan ver a su mamá en el taller de monogramas, joyas hechas a nano para placas, llaveros, hebillas de correas y con los nombres femeninos en una cadena.

“Igualmente hacía el pulso de oro llamado cordón, donde le engastaba monedas de oro, se le colocaba una por hijo a nuestros clientes. Cada vez que nacía un hijo nos llegaban con la moneda para ponérsela”, explicó Gloria, la hija mayor y quien trabaja en este campo en Bogotá, herencia que también tiene su hija quien a su vez tiene su negocio de joyería.

“Mucha gente llega con prendas a las que les dan múltiples sentidos, algunos de distinción, por herencia, amor, suerte, gratitud… hasta contras”, dijo doña Cecilia.

Así, en medio del soplete, de pinzas, de brochas, el foredón y otros materiales de trabajo, esta mujer fue viendo cómo evolucionaba el negocio y cómo sus hijos se involucraban en él.

Uno de ellos fue Javier quien tuvo el local llamado Baunty que luego se llamó Aurea Joyería y que hoy funciona en Bogotá.

Quienes conocieron esta tradicional familia también recordarán el nombre de Eternity y Aurea Orfebres y Artesanos.

En Bucaramanga hoy se conserva la tradición con Monet Orfebrería, ubicado en Cuarta Etapa Centro Comercial.

“Hoy como hijos tenemos el orgullo de haber aprendido esto y de saber que muchas personas la recuerdan como una mujer honrada y seria. La gente le dejaba con confianza piezas y conjuntos muy valiosos. Eso es muy importante para nosotros como hijos lo cual esperamos dejarles también a las nuevas generaciones. Además sabemos que muchos de los joyeros de la ciudad, unos cien, aprendieron con mis padres. Uno se los encuentra y dicen: “Yo aprendí todo lo que sé sobre joyería gracias a su papá”, eso es muy grarificante”, recordó Édgar quien para el día de esta entrevista le quiso rendir un homenaje a su padre que hace 16 años falleció.

“Es el mejor regalo para él y para ella porque siempre los vieron juntos trabajando, siendo sociables y muy buenas personas”, dijo.