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Nuestra Gente

20 años de buena música y una gran amistad

Si ya existía un Barbero de Sevilla en la música, ellos quisieron ser El Barbero del Socorro. Incluso Cervantes en su magna obra literaria recomendaba tener a un barbero como amigo y terapeuta.  - Archivo/ GENTE DE CABECERA

Si ya existía un Barbero de Sevilla en la música, ellos quisieron ser El Barbero del Socorro. Incluso Cervantes en su magna obra literaria recomendaba tener a un barbero como amigo y terapeuta. – Archivo/ GENTE DE CABECERA

Podría decirse que le han dado la vuelta al mundo en 20 años. Colombia, Venezuela, Brasil, Chile, Argentina, Uruguay, España, Alemania, Francia, Portugal, Suecia, Suiza, Liechtenstein, India, Sri Lanka, Corea, Canadá y Japón.

Y la gran pregunta es: ¿Cómo sonará un bambuco o pasillo en La India? O en Japón como lo recuerdan los integrantes de El Barbero del Socorro. “El tiple colombiano suena parecido al requinto japonés; se puede oír en la canción sakura sakura”, explican.

La música tiene raíces europeas, africanas, por eso no son ajenas al oído de otras culturas; el reto ha sido con el tema del protocolo propio de la diversidad cultural. Hoy recuerdan entre risas una de sus experiencias en Japón; tocarían en el Palacio frente a la familia real y no preguntaron cómo debían saludar. Esa vez dieron la mano y no debían hacerlo así que aparecieron en un periódico del país que referenciaba el asunto.

Pero también aprendieron a ver la música como los japoneses lo hacían. Allí el espectáculo comienza desde que los músicos están afinando sus instrumentos. Se puede decir que el concierto se da si el público encuentra esa conexión con los músicos. Ellos sí lo lograron.

Son infinidad de anécdotas de viajes y no pueden quedar por fuera los aeropuertos. El maestro Carlos Acosta DeLima, quien interpreta el contrabajo, aprendió que siempre se debe tener un plan B, que consiste en tener un contacto en cada una de las ciudades que visitan para alquilar los instrumentos ante cualquier percance. Le ocurrió también en Japón. Su contrabajo sufrió un accidente y fue necesario correr a buscar uno en tiempo récord. Sin embargo, todos prefieren tocar con su propio instrumento, pues es tan personal como el cepillo de dientes.

A Edwin Castañeda y a Ricardo Valera les resulta menos complicado el traslado de sus instrumentos; “en ocasiones podemos llevar el tiple como maleta de mano y a veces preferimos pagarle pasaje, pues en bodega sufren lesiones”, afirma Varela, quien sigue figurando como el único colombiano en haber ganado tres veces consecutivas el premio Pacho Benavides, del Festival Mono Núñez por su fina interpretación.

Edwin Castañeda, ganador del Concurso Nacional de requinto en Charalá, no necesita muchas palabras a la hora de expresar su amor por la música. Solo basta ver su interpretación. Fue alumno del maestro Carlos Acosta, y ahora son grandes amigos e intérpretes apasionados por la música. Por eso Acosta dice sin pensarlo que “20 años no son tantos”.

Y Ricardo Varela agrega que mantener una agrupación por tanto tiempo depende de ese gusto por la música pero ante todo de la gran amistad que han forjado, a pesar de los destinos que en diferentes épocas de la vida los ha separado. “Siempre tenemos espacio para el reencuentro”, concluye Varela.