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Editoriales, Punto de Vista

Sincronicemos relojes

GENTE DE CABECERA

GENTE DE CABECERA

Paola Bernal León / Editora Gente de Cabecera

 

Me gustan las actividades que cumplen con el horario programado. Esta es una forma de educar a los asistentes sobre puntualidad.

No podemos seguir creyendo que la hora que se fija en una invitación es flexible y nos da quince minutos más o media hora para llegar.

Muchas veces quien termina castigado es el puntual, quien debe esperar hasta que el auditorio se ocupe en su totalidad para que se le dé paso a la función. De igual forma es molesto para los artistas o conferencistas, ver cómo los impuntuales se van acercando al lugar, rompiendo con el ritmo de la charla o generando distracción entre el público.

Empecemos a trabajar en normas de cortesía como la puntualidad, gran carta de presentación a donde vayamos.

Recordemos que cuando se es puntual se está reconociendo al otro, se le está dando su lugar, se le está diciendo “sé lo valioso que es su tiempo así como el mío”.

La invitación es a que aprendamos a dar sincronía a nuestros relojes, programándonos, previendo el trancón, dejando las excusas en casa.

Ser organizado con su tiempo se convertirá en un gran premio personal, pues alejará el estrés de su vida, llegará a la cita con la mejor actitud, se evitará un accidente, tendrá tiempo para buscar el parqueadero más cercano y caminar hacia el lugar, incluso no desencadenará una serie de situaciones basadas en el afán o el mal genio, que acaben con el buen momento que pensaba regalarse con sus seres queridos.

Requerimos una vez más organizarnos como seres sociales y visibilizar a esas otras personas que sí le han dado relevancia a la puntualidad. Eso también es respeto.