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Historias y mitos se esconden detrás de Pan de Azúcar

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Edward Grimaldos Gómez

La historia del Barrio Pan de Azúcar está marcada por diferentes sucesos importantes que llevaron a ser de este barrio un lugar que combina la tranquilidad del ambiente natural que lo rodea, con la fantasía de las historias que se cuentan sobre este vecindario.

Aunque muchos de los primeros habitantes de este barrio fallecieron o se mudaron, aún existen personas que conservan en su memoria el recuerdo del momento en que llegaron a vivir en uno de los sectores que catalogan como “el más bonito” de Bucaramanga.

Es por eso que para quienes viven o alguna vez habitaron Pan de Azúcar, recordar la historia de su urbanización ubicada en el cerro que le da su nombre, es también recordar hechos históricos como la fijación de las letras “P. de. A” que se alzaban sobre la montaña, así como del accidente aéreo que ocurrió a mediados de la década de los años 60, justo cuando iniciaba su construcción.

En un principio esa zona boscosa y montañosa del sur occidente de Bucaramanga era conocida también por las gigantescas señales que, durante años, dominaron el horizonte de sus habitantes. Se ubicaban en un imponente cerro que se mantuvo intacto hasta el año 1964 o 1965, cuando la constructora Urbanas decidió levantar las primeras casas de la naciente urbanización.

“Las letras las puso Urbanas como una forma de publicidad para la nueva urbanización; recuerdo que queríamos hacer algo parecido a las letras de Hollywood”, manifiesta Ernesto Puyana San Miguel, quien fue subgerente de Urbanas y recuerda esos detalles por el trabajo de su padre en esa compañía.

Sería precisamente cerca a este cerro en donde el 17 de octubre de 1965 se registró la colisión de un avión DC3 de matrícula HK118 que procedía de Bogotá con 16 personas a bordo, con una avioneta Piper HK-922, que había salido del antiguo aeropuerto Gómez Niño, situado en donde hoy queda la Ciudadela Real de Minas, justo sobre los terrenos que en la actualidad corresponden a los barrios Pan de Azúcar, Terrazas y La Floresta.

“Recuerdo que fue en cercanías de Terrazas cuando la avioneta tocó el ala del avión. La pequeña ave cayó en picada, mientras que el DC3, gracias a la maniobra del piloto cayó en una zona despoblada. Para ese entonces ya existían algunas casas en Pan de Azúcar”, recuerda Gilberto Camargo, quien desde la terraza de su casa en el barrio Antiguo Campestre observó el accidente.

Y es que hablar de la fecha exacta del inicio de la construcción del barrio es toda una incógnita para aquellos que aún tienen en su memoria recuerdos de aquella época. Por eso para muchos de ellos el punto de referencia tiene que ver con ese trágico accidente.

“Cuando se cayeron los aviones ya se habían construido las calles del barrio y algunas casas, de lo que se conoce como Bajos de Pan de Azúcar. Sin embargo, aún existían muchos lotes desocupados.

“Yo recuerdo que acompañé a mi papá al punto del accidente y ya se había construido la vía de acceso, pues llegamos hasta allá en carro”, recuerda Ernesto Puyana.

«Aunque el barrio ha cambiado mucho, aún conserva parte de la tranquilidad y la frescura de su clima que lo caracterizan»
Guillermo León.

Los primeros habitantes

José Óscar Machado recuerda que llegó a vivir en una casa ubicada en la carrera 52 con calle 52 de Pan de Azúcar para 1968, cuando tan solo tenía seis años. Asegura que junto a su familia hicieron parte del grupo de los primeros habitantes de ese sector.

“Cuando nosotros llegamos aún no había servicio de agua ni luz, lo instalaron unos meses después. Debíamos ir a una de las quebradas que pasaba cerca para acceder al líquido y nos alumbrábamos con lamparas”, recuerda Machado.

Del mismo modo, Guillermo León comenta que llegó al barrio a principios de la década de los años 70, cuando tenía cerca de 20 años.

“Mi papá compró esa casa porque era una buena opción económica para la familia. Nosotros vivíamos en arriendo por lo que mi papá quería tener su propia vivienda. (…) Le comentaron de esas casas, él fue a mirar y le gustó”, explica León.

Y es que, según estos hombres, se trató de un proyecto conjunto entre Urbanas y del que sería el Instituto de Crédito Territorial, en el que se pagaban tan sólo cerca de $100 mil, financiado en plazos de hasta 15 años.

Fue así como poco a poco se fue poblando esta zona que marca el inicio a uno de los pulmones verdes más imponentes de Bucaramanga: Los Cerros Orientales. Un lugar que se destacó por la unión de sus pobladores, quienes lograron grandes aportes para su lugar de residencia.

“Recuerdo que una de las cosas que logramos entre todos fue la cancha. Padres e hijos nos íbamos con pica y pala a arreglarla, hicimos los arcos con los bambúes que habían por ahí.

Nosotros hicimos todo para arreglarla, pues siempre ha sido un terreno con una inclinación bastante pronunciada que aún se mantiene”, contó José Óscar.

Dato

De acuerdo con la JAC de Pan de Azúcar, en la actualidad el barrio cuenta con cerca de 700 viviendas, incluyendo los apartamentos.

Los mitos de Pan de Azúcar

Aunque muchos habitantes de este sector desmienten la versión de la presencia de hechos sobrenaturales, otros aseguran que en ese barrio se oía el llanto de espantos como la ‘Llorona’, mientras otros aseguran que la vieron.

“Nunca llegué a ver la ‘Llorona’, pero si la escuché en varias oportunidades, era un lamento que no podría describir”, recordó con escalofrío Guillermo.

José Óscar asegura haberla visto pero que de ese momento “tan espeluznante” solo recuerda el miedo que le produjo.

A pesar de las múltiples versiones que se tejen en torno al surgimiento y desarrollo de este barrio, que hoy se divide en Altos y Bajos de Pan de Azúcar, en lo que coinciden sus habitantes es en la tranquilidad y frescura de ese sector que para muchos de ellos está ubicado en una zona privilegiada.