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Consecuencias de la crianza permisiva

Los hijos educados en familias permisivas presentan muchos problemas a la hora de comunicarse o relacionarse con otras personas, siendo demasiado insistentes y, en ocasiones, algo descontrolados. – Banco de Imágenes / GENTE DE CABECERA

Ser padres no es una tarea fácil, pues además de velar por el bienestar de los hijos deben implementar pautas de crianza que permitan el correcto desarrollo de sus niños.

Por eso, en la actualidad una de las cuestiones que más se pone en duda es el hecho de reconocer si se está siendo demasiado permisivo o demasiado estricto en cuanto al comportamiento de los hijos.

Existen diferentes formas o estilos de crianza a los que los padres pueden optar según sus características personales, prioridades vitales o según el entorno que les rodea; se debe evitar ejercer en un tipo de crianza autoritario o permisivo, es decir caer en los extremos, dado que estas conductas podrían afectar el desarrollo de los niños.

Uno de los tipos de crianza más comunes en los padres actuales es el permisivo, que se caracteriza por dejar un gran margen de libertad al comportamiento de los hijos.

“También se le conoce como paternidad indulgente y se caracteriza principalmente por la baja capacidad para demandar responsabilidad sobre los hijos, así como la alta facilidad para generar respuestas ante las exigencias, y el control insuficiente sobre las conductas de los mismos”, explicó el psicólogo clínico Cristian Capacho Sandoval.

10 características de la paternidad permisiva

1. La comunicación con los hijos es buena, pero débil y a veces excesiva. Tienden a ser muy afectuosos, pero dejan a un lado la parte formativa.

2. La autoridad es pobre, tienen poco control sobre sus hijos. No saben decir no, ni establecer normas o límites.

3. Pueden ser cómplices ante situaciones nocivas para el menor y asumir los actos de los hijos.

4. No hay un estándar establecido de comportamientos adecuados dentro y fuera de casa.

5. Usualmente son padres que no dan ejemplo y poseen un sistema moral muy pobre.

6. Son padres sensibles, pero poco exigentes y evitan a toda costa las discusiones.

7. Demanda pocas responsabilidades, acepta las imposiciones de los hijos y cubre los caprichos.

8. No son un referente de disciplina, se ven como un amigo más que una figura parental.

9. Ceden ante todo, complacen la mayoría de las exigencias de los hijos y justifican el mal comportamiento argumentando cualquier excusa.

10. No son vistos como un modelo de autoridad y pueden llegar a estar en una posición de sumisión frente a sus hijos.

Las consecuencias

Los hijos de familias permisivas tienden a ser más joviales y alegres; al menos inicialmente. Sin embargo, con el tiempo tienden a desarrollar una baja autoestima debido a no saber enfrentarse a tareas adecuadas a sus capacidades. – Banco de Imágenes / GENTE DE CABECERA

Las familias permisivas carecen de pautas de crianza que favorecen el adecuado desarrollo emocional y social de niños, niñas y adolescentes. En padres jóvenes existe la tendencia de ser “padres modernos” y esto incluye lo mencionado anteriormente junto al temor de ser un “padre autoritario/dictador” y causar “traumas” en los hijos.

Este estilo de crianza puede resultar perjudicial a mediano o largo plazo al presentarse en los menores conductas de impulsividad, rebeldía e incluso agresividad física o verbal en el entorno en que se encuentre por el déficit de autocontrol e incapacidad para seguir reglas.

Asimismo, se pueden generar problemas de autoestima e inseguridad en los hijos debido a la inexistencia de una autoridad como guía ante las diversas situaciones que se presenten.

“Los menores se pueden sentir solos y buscar consejo en personas equivocadas, además suelen carecer de independencia y tienen problemas relacionados con la elaboración y ejecución de un proyecto de vida que les permita desarrollarse ‘fuera del nido’, debido a la falta de límites y responsabilidad”, señaló el psicólogo clínico.

De acuerdo con los expertos, otra de las posibles consecuencias es que los niños lleguen a convertirse en personas exigentes y egoístas, pensando que son el centro del mundo y en el caso extremo los adolescentes se pueden convertir en transgresores de las normas sociales y carecer de límites en relación con conductas de riesgo como la delincuencia, drogadicción o sexualidad irresponsable.

“La invitación es a establecer en casa un estilo de crianza democrático en el que existe claridad sobre los límites y las normas, así como un patrón de flexibilidad saludable para que en ciertos momentos se pueda llegar a negociar entre padres e hijos, una pauta de crianza en la que los padres se ponen en el lugar de los hijos y viceversa. De esta manera los hijos se sentirán involucrados y por lo tanto motivados a cumplir las reglas del hogar”, anotó Capacho Sandoval.

Las pautas de crianza son determinantes en la formación de la personalidad de los menores que empieza a forjarse en la adolescencia.