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La historia del Parque Las Palmas tiene tinte ‘gaucho’

Redacción

En la década de los 60 y 70, las casas aún hacían parte del panorama que rodeaba al parque Las Palmas. – Foto Cortesía Carlos Eslava / GENTE DE CABECERA

Un punto de encuentro, eso significa el parque Las Palmas para los bumangueses, quienes hallan en su alrededor un emporio comercial, residencial y cultural.

Lejos de las constantes quejas por ruido, olores y hasta por la delincuencia, este emblemático sitio tiene cientos de cualidades que pasan desapercibidas para muchos.

Además de estar rodeado de bares, restaurantes, bancos y de centros empresariales, este terreno alberga en sus raíces una variada especie de palmas, a las que se les debe el honor del nombre del parque.

Ubicado en la calle 44 entre carreras 29 y 29A y rompiendo así el esquema cuadriculado de urbanismo, a unos pasos de la carrera 33 y a otros pocos de la Iglesia Sagrado Corazón de Jesús, este abanico de palmeras esconde casi 50 años de historia.

Historia con raíces argentinas

Alrededor de cinco especies de palmas diferentes se encuentran en este parque de Bucaramanga. – Tomada de Facebook Fotos de Bucaramanga (Antiguas, modernas) / GENTE DE CABECERA

Aunque son pocos los documentos existentes que indiquen la historia del parque Las Palmas, aún quedan en la memoria de algunos ilustres bumangueses los momentos en que nació este lugar.

Uno de ellos es don Edmundo Gavassa, quien recordó que este parque se terminó de construir en 1978 gracias a la Embajada de Argentina en Colombia, que quiso rendir en esta manzana un homenaje al General argentino José de Sanmartín.

Es en honor a este destacado militar el busto de bronce que hoy reposa en el marco de la carrera 29A con calle 44.

Aunque no recuerda la fecha exacta, don Edmundo asistió a la inauguración del parque iniciada a las 11 a.m. con una retreta, una ofrenda floral y en la que entonaron los himnos de Colombia y Argentina.

También asistieron autoridades civiles del momento, miembros de la Academia de Historia de Santander y una nómina de jugadores argentinos y uruguayos como Raúl Roque Di Marco, Norberto Pelufo, Roberto Pablo Janiot y Américo Montanini.

Fueron estos futbolistas quienes promovieron la construcción del parque.

Para la década del 60, cuando se adelantaban las obras, las casas de dos y tres niveles con sus respectivos parqueaderos, eran la línea urbanística que rodeaba el parque.

“Nunca nos imaginamos ver el parque rodeado de edificios, bares y restaurantes, como lo vemos ahora. Fue una transformación total, pues para ver las edificaciones que vemos ahora se tumbaron muchas casas bellísimas con diseños exclusivos hechos por arquitectos extranjeros residentes en la ciudad”, acotó don Edmundo.

También hizo memoria de algunas de las familias que vivían cerca al parque: Arturo Puyana Valderrama, Enrique Escandón, los Liévano, los Cristancho, el Mayor Muñoz y el ex gobernador Rafael Moreno Peñaranda.

Alrededor de 50 años cumple el parque de Las Palmas, convirtiéndolo así en uno de los parques más contemporaneos de la ‘Ciudad Bonita’.

Los recuerdos

Así lucía el parque Las Palmas hace cerca de 10 años atrás, rodeado de los grandes edificios que empezarían a levantarse en el sector hacia la década de los 90s.- Archivo / GENTE DE CABECERA

Según recuerda el señor José Andrés García, hace 50 años quienes vivían cerca del parque Las Palmas lo conocían simplemente con el nombre de ‘El Parque’.

Antes de convertirse oficialmente en parque, este terreno tan sólo tenía algunas palmas que empezaban a crecer.

“Tenía varias bancas de cemento cuyos soportes permitían que fácilmente pasara entre ellas un balón número 5. Esto permitió que los jóvenes lo utilizaran para un juego que llamaban ‘banquitas’”, comentó.

Para mantener los prados siempre verdes el Municipio tenía un jardinero que vivía con su familia en un lote al frente, en la parte sur-oriente del parque, donde hoy queda una academia de idiomas.

Recuerda además otros personajes y vecinos que como él acudían durante su paso por el colegio y también empezaban a jugar beisbol, un deporte no muy conocido en la ciudad para ese entonces. Esos niños y jóvenes se dividían en tres grupos dependiendo de la edad.

“Los menores eran los deportistas liderados por German Melo McCormick. Un grupo intermedio por César Ardila Gómez y uno mayor por Nelson Luis Gómez”, aseguró.

Así, con mucha creatividad, abordaban el juego y convertían ‘El Parque’ en una cancha de beisbol con los recursos que tenían a la mano.

“Como no había almohadillas para las bases, se decidió que los postes de las luminarias serían las ‘bases’ y el ‘home’ donde hoy está el busto de José de San Martín. Como bola se utilizaba una pelota de tenis y como manillas las conchas de cuero de los balones de futbol ya dañados”, agregó.

Aseguran que algunos de los que pasaban por el parque se admiraban de este nuevo deporte y estacionaban el vehículo para verlo y ellos les explicaban cómo se jugaba.

Finalmente dice que así como él, muy pocos de sus amigos vieron cómo aquel parque pasó a ser el Parque José de Sanmartín, pues se fueron a estudiar sus carreras profesionales fuera de la ciudad y cuando regresaron aquel terreno lucía diferente.

Durante un tiempo, desde 2005, el parque fue reconocido como un escenario de espacios culturales como la cuentería. – Archivo / GENTE DE CABECERA

Por su parte el arquitecto y experto en urbanismo Antonio Díaz, recuerda los alrededores de este famoso parque de la ciudad que también estaría rodeado de palmas otorgándole este nombre.

“El Club Campestre, hoy Club Unión, era una finca y la carretera de acceso por la carrera 29 desde la calle 42 a la 49 era una gran ‘agenda de Palmas’ que se denominaba Avenida Las Palmas”, agregó.

Diversidad de palmas le otorgan su nombre

En sus entrañas el parque tiene variadas especies de palmas, entre ellas la Palmera de Bismarck (Bismarckia nobilis), originaria de Madagascar, que con sus verdes claros da un tono más cálido al sitio.

También se puede observar la famosa Cola de pescado o Palmera de Sagú (Caryota urens), caracterizada por su estilo floreado. Igual se tiene la Palmera Pacaya (Chamaedorea costaricana) que se distingue por su baja estatura.

Otra de las especies es la Palmera Real (Roystonea regia) de origen cubano y común por su destacada altura.