Menú de categorías

Columnistas

Tiempo de barriletes

Daniel Quintero Trujillo

Por Daniel Quintero Trujillo

Cuando llegaba el mes de agosto, los niños del pueblo jugaban a elevar los barriletes que habían fabricado con livianas tiraderas o espiga de la caña, recolectadas en los verdes campos.

Las entrecruzaban sujetadas con hilos de cono marca Cóndor que cubrían con papel de celofán pegados con engrudo elaborado de harina de la yuca.

Les ponían grandes colas de retazos de telas de colores.

Iban al baúl de la abuela para sacar más hilo y formar madejas que servirían como timón de la cometa.

Otros menos creativos, pero también soñadores quitaban las hojas al cuaderno de tareas para ponerlos a volar llevadas por el viento.

Unos y otros se divertían en las calles o en la parte alta de la colina para regocijarse viendo planear el barrilete y con él sus pensamientos, recordemos que son la extensión de los sueños de quienes la conducen.

Esta vez Simón no tuvo éxito, escribió una carta y la hizo barrilete imaginando que caería en el jardín de su amada, con tan mala suerte que se quedó atrapado en las cuerdas de la luz.

Fueron los chinos milenarios quienes inventaron el barrilete al observar ¡Cómo el sombrero del campesino volaba atrapado por el viento!

También se cuenta que antes de inventar el avión o las naves espaciales el barrilete fue empleado para medir la fuerza de los vientos.

Hoy los mismos chinos influenciados por las ideas de la revolución cultural de Mao han traspasado las fronteras para que el barrilete se modernice con el nombre de cometa y se vista de dragón o de águila gigante con hermosas colas de tijeras para cortar el aire y rendirle culto a la naturaleza.