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Columnistas

Bucaramanga pierde cada día su identidad

Nelson Serrano Vega.

Por Nelson Serrano Vega

Soy santandereano, viví en Bucaramanga mi apacible juventud, cerca al Parque Turbay y lamento profundamente que hayan demolido el Teatro Sotomayor, un sito amable que con su nombre honraba al fundador.

Es cierto que estaba en abandono, que no era un ‘hito arquitectónico’ (no podemos pretender ser París, Roma o Brasilia) pero sí es cierto que pudo ser conservado y restaurado y quizá este inmueble habría tenido un mejor destino.

Tal vez hoy sería un lugar para encuentros culturales, como elemento del parque, para las artes dirigidas a niños, ancianos y comunidad en general.

Verdaderamente Bucaramanga, con ese ‘paroxismo’ y ‘espejismo’ urbanístico, irracional, de inmensas y sombrías torres, está perdiendo su belleza, su identidad y tranquilidad, al no dejar huella de sus épocas por austeras que sean (no solo interesa lo ‘colonial’ y republicano).

Por desgracia pudo más el celo financiero y egoísta de sus propietarios, y el silencio injustificable y sórdido de las autoridades municipales incultas e insensibles.

Qué podremos mostrarle a nuestros nietos, bisnietos y visitantes… ¿Solo centros comerciales, ‘colmenas humanas’, avenidas atiborradas y viaductos?

Una ciudad es algo más que metros de cemento, es un espacio con dimensión humana, ligado a la cultura de sus hijos, que además abriga sitios de sosiego y verdor, como era antes Bucaramanga con su parques pequeños pero encantadores.

Detengamos con manifestaciones públicas (participación ciudadana) ese despiadado urbanismo destructor de la meseta.