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El chef bumangués que deleita paladares españoles

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Por: Edward Grimaldos Gómez

La cocina para William Aristizábal, un chef nacido en Bogotá pero criado en Bucaramanga, siempre ha sido su mayor pasión, pues recuerda que desde niño soñaba con dedicarse a “crear arte para el paladar”.

Fue precisamente ese interés y amor por la culinaria los que lo impulsaron a trabajar por alcanzar grandes objetivos en su carrera de cocinero, muchos de los que hoy se siente orgulloso de compartir.

En la actualidad reside en Europa, más exactamente en Irún, una ciudad ubicada en la frontera de España y Francia.

Desde allí ha logrado consolidar su más grande proyecto de vida: tener su propio restaurante, un objetivo por el cual ha trabajado con mucho esfuerzo.

Es por eso que este santandereano de corazón agradece la oportunidad que obtuvo en 2005, y la que considera ha sido la puerta de acceso al mundo de la cocina española.

“En el 2005 mientras estudiaba gastronomía en el Sena (Servicio Nacional de Aprendizaje) de Bucaramanga, abrieron una convocatoria para hacer una pasantía en San Sebastián, España, junto a Martín Berasategui, un reconocido chef español… me inscribí, participé y me la gané, ahí fue donde empecé con todo este proceso”, recuerda el chef.

Y es que el hecho de trabajar con un grande de la gastronomía internacional, impulsó a William a seguir capacitándose hasta obtener resultados profesionales con los que cualquier cocinero sueña.

De una larga lista de buenas experiencias destaca, por ejemplo, el haber sido jefe de cocina en restaurantes y hoteles franceses e ingleses, así como la experiencia de regresar a Colombia como docente de la Universidad de Bilbao por seis meses.

En cuanto me enteré de qué quería decir ‘Bakar’ (‘Único’ o ‘Singular’ en Euskera), me dije: ‘Pero si soy yo, así soy yo’, así que decidí no que ese sería el nombre de mi local.

Bakar: Su sueño es una realidad

Desde siempre tuvo claro que antes de cumplir los 35 años tendría su propio restaurante. Por eso, después de más de 10 años de viajar por varios países europeos estudiando y trabajando en proyectos gastronómicos, decidió que era momento de lanzarse a crear su propio negocio, uno en el que pudiera plasmar la esencia gastronómica de su región.

Muchas fueron las dificultades que enfrentó. No obstante logró abrirse paso en una región, a la que hoy en día ha logrado enamorar con sus preparaciones.

“Alquilé un local y elaboré la carta con productos propios, pero siempre teniendo en cuenta mis raíces. Por eso, para poderlas introducir creé los viernes temáticos, en el que cada semana escojo un país del mundo y preparo algún plato tradicional del allí”, explica William.

Y es que de esa idea lo que más lo llena de alegría es darse cuenta la aceptación que la comida colombiana ha tenido en esas tierras, pues asegura que durante los cuatro meses de funcionamiento de su restaurante, ha sido el país que más ha repetido, tan solo por complacer a sus clientes.

“Tengo a las personas enamoradas de las empanadas de yuca, de los patacones, del arroz con coco, del dulce de piña de Lebrija, del sancocho de gallina, de las hamburguesas al estilo El Garaje y de las infaltables hormigas culonas que aunque ha sido difícil traerlas, hasta aquí han llegado”, menciona con alegría el bumangués de crianza.

Un hombre que con su legado gastronómico colombiano conquista el paladar de sus comensales y las valiosas críticas positivas de grandes medios especializados en cocina de esa región vasca, que lo han calificado como “un joven chef exigente y experimentado, que va por buen camino para convertirse en una de las referencias más interesantes de esa zona fronteriza, por su originalidad y profesionalismo”.