26 años coleccionando billetes de lotería
Un billete de la Lotería de Cúcuta comprado en septiembre de 1986, con una imagen del Indio Motilón despertó en Juan Fernando Sisa Vargas la afición por el coleccionismo.
Han pasado 26 años y su empeño por coleccionar loterías llegó al punto de sumar 30.500 fracciones que hoy guarda en folders, bolsas plásticas y todo esto en dos cajas transparentes Rimax y que por espacio debe guardar debajo de su cama.
No vive de eso. Aunque es administrador de empresas egresado de la Unab, tiene esposa y una adorable hija, ve en la colección de billetes de loterías un hobbie y no un vicio, como muchos quizá se lo han insinuado.
Este gusto por tenerlos lo ha manifestado en sus fechas importantes, como el cumpleaños o el día de su graduación de pregrado, cuando pidió que le regalaran algunos billetes que encontró por internet.
Mientras muestra las bolsas clasificadas por país, por clase, por casa de lotería, por tipo de lotería y por cronología, este bumangués de 40 años comparte datos que se grabaron en su memoria luego de leer varios libros sobre la historia de las loterías en Colombia y el mundo.
Y aunque de tantos billetes comprados la suerte solo se puso de su lado con un chance hace 20 años, cuando se ganó 80 mil pesos, y otro hace 8 años que le dio 70 mil pesos, no le importa. Seguirá comprando, no tanto por ganar sino por completar su colección.
“He estado muy cerca de pegarle a los cuatro números en la serie. Un día tuvimos con mi mamá apuntados los 6 números que queríamos jugar en el Baloto y no lo jugamos, por descuido. Esos números cayeron y evidentemente nadie se lo ganó. Eso es una ilusión porque suerte es haberlo comprado. Luego, cuando falleció mi mamá, se me grabó el número de la lápida, 3957, y ese cayó a los 20 días de fallecida ella. Pero tampoco lo jugué. En otras 50 ocasiones fue con el chance de cuatro cifras, pues por ejemplo yo tenía el 0001 y cayó el 0002”, contó Juan, quien desde adolescente le encantaba coleccionar llaveros, monedas y estampillas.
Así se hizo
Luego de guardar su primer billete de la Lotería de Cúcuta, en 1986, que le costó $90, Juan se motivó entonces a comprar más pues le gustaban los diseños e imágenes que venían en él. Y así fue como con el lotero de confianza empezó a jugar a diario.
“Y cuando me di cuenta tenía 100 entre Cúcuta, Santander, Bogotá, Extraordinaria de Colombia y Extraordinaria de Navidad, Vallenata y Boyacá. Es que la gente me decía que para qué compraba de nuevo por ejemplo la de Cúcuta, pero es que todas las semanas cambia el sorteo, el color y cuando hacen nuevo plan de premios cambia la forma (más grande o pequeño) y el valor. Eso hace diferente cada billete”.
Y llegó a la conclusión que las loterías le daban dos cosas en una sola: la cultura de una estampilla en el formato de un billete de banco. “Porque una lotería generalmente muestra paisajes, símbolos de la región y datos de cultura general”.
Su primer billete de otro país fue venezolano, pues vivió en Cúcuta y en una de sus idas a San Antonio del Táchira compró uno. Siete años después tuvo los segundos billetes internacionales, con una amiga que viajó de intercambio estudiantil a Chile y quien le trajo tres.
En 2001 la llegada del internet a su vida aceleró la cuenta.
Entabló conversaciones con coleccionistas de otros países y hacían intercambios.
“Yo les enviaba las que tenía repetidas y ellos también. Solo tenía cada uno que cubrir los gastos de envío. Así tuve ese año billetes de 45 países y un día recibí en mi casa 1.200 billetes. Fue todo muy rápido con internet porque de 1986 a 1999 tuve 996 loterías, de 1999 a 2003 llegué a 15 mil y de 2003 a 2012 las 30.500 que tengo entre loterías instantáneas, tradicionales por sorteo, quinielas, lotos, muestras y estampillas de Adpostal”.
Del país que más tiene billetes es de Colombia, con 7.500 fracciones, le sigue España con 6.500 y Brasil con 3.500.
Y de las que menos tiene son de Sudáfrica con una unidad, igual que de la ciudad de Honk Kong.
Juan tiene guardados los billetes en bolsas de plástico transparentes. Su sueño es tenerlas todas en hojas de folder donde se puedan apre-ciar por los dos lados, pero para que esto sea una realidad necesitaría unas 7 mil hojas, que en el mercado están a $1.500 cada una. Por eso para sus cumpleaños pidió una de estas dos cosas: un billete que no tenga u hojas para guardarlas.
“Al tocarlos se dañan porque las manos tienen tres elementos que dañan el papel: la grasa, la sal y el agua. Por eso el papel moneda se daña. Los que hacen las hojas de plástico garantizan 100 años de con-servación de lo que allí se deposite”.
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