De Bongó a DF
José Augusto Castillo Sánchez llegó a Bucaramanga hace dos décadas en desarrollo de actividades propias de su profesión como ingeniero civil.
Se hospedó en el hotel Ruitoque durante algún tiempo y vio que el sótano de dicho negocio estaba vacío.
Le propuso entonces al dueño que se lo alquilara para poner allí un establecimiento de salsa. Así nació Bongó, uno de los más tradicionales y primeros bares de la ciudad dedicados a este género musical.
Tras algún tiempo Bongó creció y empezó a pedir más espacio y mejor ubicación.
De esta forma se trasladó a Cabecera, donde puso a bailar y a cantar a muchos rumberos en el segundo piso de Café de París.
Luego de cumplir un ciclo y debido a problemas surgidos con algunos vecinos, José Augusto decidió cerrar esta alternativa de esparcimiento para la ciudad y explorar otros caminos.
De su viejo Bongó queda aún el aviso de neón que conserva en una pared de su nueva propuesta a la cual le ha dedicado mucho esfuerzo, pero que ya le empieza a dar frutos.
José Augusto se trajo de México muchas ideas para DF su nuevo negocio que ya se ganó un premio de la casa José Cuervo, la mayor productora y distribuidora de tequila del mundo.
DF presentó su carta de preparación de esta bebida y compitió con bares de Bogotá, Cali, Medellín, Barranquilla y otras ciudades de Colombia.
Al final, lo mexicanos se inclinaron por la idea bumanguesa que además del popular tequila ofrece una comida con el mejor sabor de la cocina mexicana.
José Augusto vivió algún tiempo en el país azteca y de nuevo en Bucaramanga quiso recrear esa cultura en un rincón de Cabecera. Sin embargo, su gusto por la buena música no lo abandona.
De ahí que siga dando pista a los bailadores y recordando esas viejas canciones que tantos recuerdos trae a los bumangueses.