Un cardiólogo, escritor y vallenatólogo
Preparar canciones, arreglarlas y grabar un disco vallenato es para Marco Antonio de León Espitia un bálsamo en medio de sus labores diarias como cardiólogo del Instituto del Corazón de Bucaramanga.
Este monteriano llegó hace 18 años a Bucaramanga y aquí se quedó. Encontró aquí no solo buenas oportunidades laborales, sino el entorno propicio para desarrollar sus proyectos como música e investigador vallenato.
Su vida musical giró, como le sucede a muchos niños nacidos en la costa Caribe, en torno al género musical dominado por el acordeón.
“A uno le ponían al lado una caja, una guacharaca y un acordeón y ¡usted verá como se defiende!”.
Así empezó, a los 13 años, a ofrecer serenatas a las niñas vecinas, siempre junto a su primo Miguel Rosero. En esas andaban cuando se les presentó la oportunidad de sus vidas: grabar un disco. Sueño del que tuvieron que despedirse pronto pues sus padres no les dieron el permiso para hacerlo.
“Asociaban mucho el vallenato con la parranda y el desorden y no nos apoyaron en ese entonces”.
Sin embargo el sueño se hizo realidad en 2002, cuando ya se había convertido en médico y se desempeña como internista.
Y así, con la grabación de tres discos más con canciones inéditas, adaptaciones y reencauches de clásicos, fue alimentando ese gusto musical.
“Mis discos no son comerciales, son muy costosos. Esto es una pasión. Uno se compromete con las cosas en las que cree y yo creo en la música. Es un vehículo de la expresión humana, le apuesto a eso, a construir afecto a través de la música.
Además porque si uno tiene un talento debe aprovecharlo, no desperdiciarlo. Grabar es como una catarsis que me saca de la realidad, porque aunque me guste mi trabajo como cardiólogo, estar en un estudio me relaja. En ambos espacios uno le apuesta a regalarle algo bueno a las personas, en uno da salud física y en otro salud emocional y espiritual a través de la música”, comenta.
Amante de las letras
Pero su interés no se quedó en la música, pues ha escrito varios libros, algunos sobre el área de la medicina, novelas y el más reciente fue el ensayo ‘El vallenato, origen y evolución – La historia bien cantada’, que publicó en 2010.
En sus páginas plasma una profunda investigación sobre la evolución de este género y crea una controversia sobre el sitio en donde surgió la música.
“En realidad el vallenato tiene más ritmos que los cuatro que estipularon quienes crearon el Festival Vallenato de Valledupar. También expongo que el vallenato tuvo su origen alrededor del río Magdalena, de ahí se expandió a los demás pueblos de la costa y que luego se sentó y afianzó en Valledupar y La Guajira, donde le dieron gran importancia y donde hay hoy en día grandes compositores e intérpretes. Esto lo sustento en el libro. Además sobre la importancia del acordeón, la caja y la guacharaca en una agrupación musical, y la evolución que ha tenido el vallenato, sin decir si es buena o no, pues aunque ya nadie le compone a la nevada o al río, como antes, sí se hacen cosas interesantes”, explicó.
Estas conclusiones del libro las expone en conversatorios a los que ha sido invitado en universidades del país, saca tiempo de su agenda académica para hablar de lo que más le gusta en la vida: el vallenato.
Y como si fuera un mago con el reloj, además de cursar octavo semestre de filosofía, prepara tres libros más.
Un monólogo para su hijo en el que le da consejos sobre la vida, titulado ‘Antorchas para Ricardo Layesari’; la novela ‘Para curarme de ti’ “de uno mismo mirándose al espejo” y ‘Antología de putas felices en Colombia’, una sátira y crítica a la sociedad que señala a las prostitutas por su manera de ganarse la vida.
Esto sin contar el tiempo que le dedica a sus hijos, a su esposa y a sus pacientes, pues como él dice “uno debe gozarse lo que hace y sentirlo en el alma”, así como indudablemente siente el vallenato.