Menú de categorías

Nuestra Gente

Daniel Torrado y su canoterapia

El amor que Daniel Torrado Cabrales profesa por los perros es tan grande como su interés por ayudar a personas en condición de discapacidad. Las terapias asistidas son el reto personal con el que busca unir estas dos grandes pasiones en su vida. (Foto César Flórez)

El amor que Daniel Torrado Cabrales profesa por los perros es tan grande como su interés por ayudar a personas en condición de discapacidad. Las terapias asistidas son el reto personal con el que busca unir estas dos grandes pasiones en su vida. (Foto César Flórez).

“Allá está el loco de los perros”… Daniel Torrado Cabrales cree que eso es lo que piensan sus vecinos de La Mesa de Los Santos cuando lo ven, desde muy temprano, hablándole a su nueva compañía desde hace un mes: sus perros.

Este joven de 29 años pasa los días más intensos de su vida desde que decidió unir dos de sus grandes pasiones: la medicina veterinaria (específicamente con pequeños animales) y el gusto por trabajar en obras sociales.

Y logró unirlas dándole vida a Fampro, Fundación Animales con Propósito, con la que entrena perros para terapias asistidas y con la que espera entregar otros canes para que sirvan de compañía y ayuda a personas en condición de discapacidad.

La idea nació luego de leer en internet artículos al respecto hace más de tres años. Luego decidió meterse en el cuento y por eso viajó a Bogotá donde recibió clases en la Escuela de Adiestramiento Balto; allí enriqueció sus conocimientos en cuanto al comportamiento de los perros.

“Descubrí la capacidad tan grande que tienen los perros de aprender. Lo importante es que las personas aprendamos a entender al perro, luego sí les podemos enseñar muchas cosas. Logré ver también los beneficios de tener un perro en la vida de las personas con necesidades específicas”, dijo este exalumno del colegio La Salle y de la Universidad Cooperativa de Colombia.

Aunque siguió laborando en su consultorio y en cirugías, como médico veterinario, se puso en contacto luego con una fundación chilena a la que les comentó la idea de crear una fundación con este propósito.

Estuvo cinco meses en Chile ‘aprendiendo’, y en Argentina y Perú invitado por otras instituciones donde ofreció conferencias sobre primeros auxilios veterinarios y terapias asistidas. También estuvo practicando con niños, experimentando el aporte de un perro en el desarrollo y terapia de quienes tienen ciertas limitaciones físicas o mentales.

“Me di cuenta que sí funciona, que no es teoría. Está comprobado, por ejemplo, que con solo acariciar un perro bajan los niveles de tensión arterial en las personas”, narró con la misma ilusión con la que volvió con todas las energías del mundo a poner en pie la fundación.

Daniel entrenando a sus perros en una finca de La Mesa de Los Santos.

Daniel entrenando a sus perros en una finca de La Mesa de Los Santos.

Una pasión familiar

Aunque la idea fue de Daniel, cuenta simpre con el apoyo familiar.

Por eso desde sus áreas profesionales ellos le ayudan a cumplir su sueño: Orlando, su papá, es pensionado y se encarga de administrar la fundación; su mamá, Cecilia, es licenciada en educación infantil y le resuelve dudas sobre el comportamiento del niño en cuanto al aprendizaje; su hermano Juan David como abogado se encarga de la parte jurídica y su hermana Paola, publicista, estudia las maneras de dar a conocer este proyecto.

Además cuenta siempre con la compañía de su hija Ana Sofía, de 7 años, quien como él desde pequeña ha mostrado su amor por los animales.

“Va creciendo como yo, que desde que tengo uso de razón siempre vi un perro en mi casa. Primero estuvo Taty, una french poodle, la perra que tenía la abuela. Luego hubo otros: Matías, Bruno y uno chiquito que se llamaba Polito. Eso me inclinó por estudiar medicina veterinaria y aunque al principio mi familia no vio con buenos ojos esta decisión, al ver mis notas en la universidad y mi interés por la carrera me apoyaron”, narró.

Sin embargo una cosa es tener una mascota en casa y otra involucrarse de lleno en el tema y eso se lo debe a Leonardo Enciso, uno de los criadores más mencionados de Bulldog en Colombia y el mundo.

Un día lo vio paseando a varios perros y Daniel se le acercó para preguntarle algo sobre sus animales. Él lo fue involucrando tanto que como todo en la vida empezó desde abajo, limpiando guacales y siendo su mano derecha en la preparación de exposiciones caninas.

Desde allí nació la amistad que aún hoy conservan.

La canoterapia

Es una intervención en la que un perro forma parte integral del tratamiento. Es dirigida por un profesional de la salud o educación y se buscan objetivos específicos de índole médico o educativo.

Estas sesiones deben estar diseñadas para promover mejorías en el funcionamiento físico, social, emocional o cognitivo de una persona, según su neceidad y diagnóstico.

Los encuentros pueden desarrollarse en forma grupal o individual, según lo que se quiera alcanzar y siempre deberá ser documentada.

Aportes saludables

Niños y adultos pueden disfrutar del contacto con animales, además de sentirse especialmente motivados. Los perros pueden ayudar a generar empatía, enfoque exterior, desarrollar habilidades de autocuidado, compenetración, aceptación, socialización, estimulación y contacto físico entre otras cosas.

En una de sus prácticas de terapia asistida, en Bucaramanga.

En una de sus prácticas de terapia asistida, en Bucaramanga.

Fampro

La fundación trabaja con dos pilares: la salud animal y la salud de las personas fusionada con las terapias asistidas.

El deseo de Daniel es poner en práctica lo aprendido y seguir entrenando los perros que luego entregará a personas con problemas psicológicos, a niños con dificultades en el aprendizaje, a personas con problemas emocionales o ancianos. También a quienes viven en condición de discapacidad, bien sea en silla de ruedas, con limitaciones visuales o auditivas; a quienes padecen trastornos adictivos, a niños con autismo o Síndrome de Down, con parálisis cerebral y a pequeños que han sido maltratados o abusados, entre otros casos.

Aunque por ahora tiene 5 perros trabajando en sesiones de terapias asistidas, espera ampliar su número de mascotas, por eso tiene una nueva camada de seis perros que se espera sean los primeros en salir preparados ‘desde cero’.

“Deben ser 600 horas de entrenamiento. Es un proceso de más de un año, pues los tengo desde que nacieron. Se entregan en adopción a una familia que los tiene durante siete meses. A ellos se les da una capacitación en cuanto a alimentación y trato, y nosotros hacemos un seguimiento constante a su comportamiento, socialización, temperamento, si son nerviosos, tímidos o agresivos ante ciertas situaciones, etc. Luego vuelven a nosotros para continuar con el entrenamiento de rigor. Sin embargo todo esto requiere de mucha ayuda, pues por ahora estoy solo.

“La colaboración es de las familias que los quieran adoptar por ese tiempo, pues aunque es duro desprenderse luego de una mascota, se les concientiza que es por una buena causa pues el animal podría ser más adelante el brazo, los ojos, los pies o los oídos de una persona. Son perros que ayudan a correr a alguien en silla de ruedas, a prender la luz, a alcanzar las llaves, a avisar a un sordo que alguien está en la puerta tocando…”, enfatizó.

También requiere personas que deseen aprender a entrenar perros, pues serían de gran ayuda para su trabajo. Igualmente espera que profesionales del área de la salud se incluyan en el proyecto, pues su conocimiento del tema y su aporte es indispensable en la participación de la mascota en un proceso terapéutico (de recuperación) de ciertas enfermedades.

Otro aspecto que merece una ayuda es la alimentación y manutención de los animales, pues es especial y por ahora lo hacen con recursos propios.

Para suplir parte de estas necesidades Daniel realiza talleres sobre la tenencia de mascotas, evitar el maltrato animal y la responsabilidad de adquirir una mascota en casa.

Una manera de aportar a su idea es abriendo las puertas de colegios y empresas para dar a conocerla.

De igual forma quiere entrar a las cárceles para enseñarles a los reclusos técnicas de entrenamiento, esto pensando en que al salir a la libertad tengan una opción laboral.

“Si con un perro puedo lograr que un niño sonría y aliviar la carga para la familia que es la que más sufre, lo haremos. Es algo de familia, que siempre queremos bendecir la vida de las personas”, concluyó.

¿Alguna raza en especial?

No importa la raza, pero se usa casi siempre al Labrador Retriever o Golder Retriever que carecen absolutamente de agresividad.

Su entrenamiento consiste en resistir de forma pasiva la manipulación, gritos, movimientos bruscos, tirones de pelo y otras interacciones que un perro normal no soportaría. También traen, tiran y empujan objetos.

A muchos perros de terapia se les enseña trucos ‘de circo’ para utilizarlos como elemento motivador.

Contacto

Si desea conocer más sobre la fundación o hacer algún aporte puede escribir al mail: [email protected] o comunicarse al 315 7364386.

El pase de diapositivas requiere JavaScript.