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Columnistas

Enseñar con sentido del humor

GENTE DE CABECERA

GENTE DE CABECERA

Por Nicolás Alberto Alzate Mejía (docente)

Me preguntó un estudiante: “profe, ¿por qué hay docentes que no saben reír o sonreír?”

Yo respondí rápidamente: “porque algunos intentan confundir la autoridad o el autoritarismo con la seriedad. Hay docentes que consideran que sonreír y reír ante un buen chiste de uno de sus estudiantes, es símbolo de pérdida de autoridad. Por eso no ríen”.

En la historia de la pedagogía, la lúdica y el juego surgen del sentido del humor. Los maestros de historia, de geografía, de ética, de religión y de física narraban sus clases con sentido del humor.

Este, en el acto pedagógico, hace que haya siempre un desajuste entre el deseo y la realidad, entre lo soñado y su concretización, entre lo aburrido y lo agradable. Generalmente, en el sentido del humor se expresa algo que se desea decir o socializar, pero la estructura mental del grupo o de los convencionalismos sociales y morales no lo dejan.

En el sentido del humor se intenta violar lo prohibido para que vuele la imaginación y se abandone el tedio, la monotonía y la represión, surgiendo un aire de libertad.

“En el humor se vive el sentimiento de alivio del peso de las limitaciones y del placer de verlas relativas y sin la importancia que ellas mismas se dan. Detrás del humor existe la creatividad, propia del ser humano. Por más limitaciones naturales y sociales que haya, siempre hay espacio para crear algo nuevo. Si no fuese así, no habría genios en la ciencia, en el arte y en el pensamiento. Inicialmente son tenidos por ‘locos’, excéntricos, anormales” (Boff, El humor como expresión de salud espiritual).

Nuestra tarea es pues expresar el sentido del humor en la clase, mientras conducimos el automóvil, mientras almorzamos y mientras oramos. No olvides llegar a clase con una buena dosis de alegría. Estoy seguro que cuando mis estudiantes gozan mi clase, se ríen y sonríen, yo cumplí mi objetivo, así no hayan aprendido mucho de otras cosas, pero aprendieron a que vale la pena venir a clase porque allí se piensa y se repiensa la realidad a través del sentido del humor.