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Columnistas

La higiene en sitios públicos

 Gilberto Camargo Amorocho

Gilberto Camargo Amorocho

Por Gilberto Camargo Amorocho

Ya es normal notar en cualquier negocio de alimentos o de atención al público el alto nivel de desaseo.

La norma sanitaria dejó de aplicarse y lo más triste es que el sentido común también.

Si un negocio permanece limpio es porque la persona responsable o gerente igualmente lo es. Es obligación por ley y código sanitario, cada 5 años, velar por evaluar el estado de deterioro o pérdida de vida útil de una planta física o ambientes con acabados que faciliten la limpieza y soporten sustancias desactivadoras de gérmenes.

Me refiero a aquellos establecimientos donde se preparan alimentos, desde entrada del producto crudo, su tipo de almacenamiento, cadena de frío, lavado y preparación hasta la entrega al cliente.

Lugares muy famosos por su delicia en alimentos de Bucaramanga y bien ubicados se quedaron con la fama y no se dan cuenta de que mucha gente no vuelve por el desaseo que se percibe.

El tiempo les pasó cuenta de cobro y la suciedad pulula hasta en el delantal de la empleada, quien es la misma que recibe la plata.

Otra norma que se viola es el carné de manipulación de alimentos, que cada seis meses se debe renovar. Una manera de poder mitigar estos abandonos es no volver (o como hice hace poco con un lugar en ese estado y que frecuentaba) o enviar una misiva a los propietarios informándoles del incumplimiento a la normas elementales de higiene.

Por este medio al menos logré cambiar los delantales y gorros a las empleadas, que todos los días se colocaban las mismas prendas sin lavarlas.

Otro aspecto es el deterioro de las unidades sanitarias. Hace poco entré al baño de una panadería y en medio del proceso de fabricar pan estaba dicha unidad, no había barreras o aislamiento del área de producción.

“Cuando la mente de las personas está cerrada y no permite el paso a la sabiduría, permanece atada a la enfermedad”. Proverbio de la Medicina Tradicional China.