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Columnistas

Sin cultura

GENTE DE CABECERA

Santiago Gómez.

Santiago Gómez Mejía, Decano de Comunicación y Artes Audiovisuales Unab

Si no hay cultura ciudadana, un conglomerado de comportamientos que permiten la buena convivencia mediante el cumplimiento de las normas y una alta dosis de autorregulación individual y colectiva, la autoridad y la educación serán indispensables para garantizar los mínimos de orden requeridos para que las sociedades no colapsen. Una milimétrica y compleja combinación entre zanahoria y garrote.

Educación, para entender lo útil que resulta cumplir las normas de convivencia o lo importante de usar los canales institucionales establecidos para modificar aquellas con las que la mayoría esté en desacuerdo. Autoridad, para corregir, dentro del marco también institucional, a quienes atenten contra la convivencia.

Desafortunadamente, en Bucaramanga es cada vez más difícil evidenciar, como colectivo social, estos elementos. No hay una cultura ciudadana consolidada y mucho menos valorada positivamente por la mayoría. Una que trascienda el discurso mockusiano políticamente correcto y se transforme en acciones cotidianas fácilmente constatables. Los bumangueses, por lo general, parquean donde es prohibido, botan la basura donde no deben, irrespetan los semáforos y las cebras, no ceden el paso a peatones o ciclistas, abusan del espacio público para lograr fines personales de lucro o por simple pereza y desconocimiento; las iglesias evangelizan con el volumen de sus parlantes, más que con el ejemplo de una vida virtuosa de sus líderes; se contamina visualmente cuanto rincón de la ciudad sirva para vender desde un concierto hasta unas empanadas; los piques nocturnos de motos, además de ser un peligro para la seguridad vial, son un atentado contra la tranquilidad de quienes intentan descansar.

Bucaramanga no necesita más calles, necesita menos carros y menos conductores que infrinjan la ley. No necesita solo un mejor alcalde, sino también mejores ciudadanos. No necesitamos más iglesias sino más respeto por lo ajeno. No necesitamos tener una de las educaciones menos malas del país, necesitamos tener buena educación. Más ciudadanía activa, pero también más autoridad.