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Amor de papá: más allá de la sangre

Una de las pasiones que Eder y Juan Pablo, su hijo, comparten, es la de la música. Un gusto que él adquirió cuando estaba en el colegio y que trasmitió a su hijo desde muy pequeño, con la interpretación del piano. – César Flórez / GENTE DE CABECERA

Por: Edward Grimaldos Gómez

Ser padre es tal vez una de las misiones más importantes que un hombre puede llegar a enfrentar en su vida. Cumplir a cabalidad con la formación de sus hijos es todo un reto, pero dejar en ellos el legado de un hombre ejemplar y admirable para toda la vida es aún más complicado…

Sin embargo, son muchos los hijos que hoy se sienten orgullosos del hombre que la vida les regaló como formador y consejero.

Ese es el caso de Juan Pablo López Pedraza, quien no descarta ningún adjetivo positivo para describir a Eder López Pabón, su padre, y en el que hoy en día reconoce su más grande ejemplo a seguir.

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Es por esta y más razones que en esta ocasión, la revista Gente de Cabecera rinde un homenaje a la figura paterna en su día, resaltando la historia de este hombre de 52 años que no sólo enorgurllece a su familia sino a todos quienes lo rodean.

“Lo más gratificante de ser padre es ver que en ellos a uno se le extiende la vida, porque uno transmite sus principios, valores morales y éticos como el temor de Dios. Eso es lo mejor que uno le puede transmitir a los hijos. Y yo siento que he cumplido mucho en ese aspecto”, Eder López.

“El fruto del amor”

Desde muy pequeño Juan Pablo recibió clases de piano de su padre, Eder, quien aprendió en su colegio. Suministrada / GENTE DE CABECERA

La historia de amor entre Eder y Patricia Pedraza se consumó en el año de 1995. Luego de varios años de noviazgo decidieron unir sus vidas en matrimonio y cumplir el deseo de conformar una familia.

Un anhelo que se hizo realidad dos años más tarde, cuando nació Juan Pablo, el único hijo biológico de la familia López Pedraza.

“Fue una decisión que tomamos, sabíamos que queríamos tener hijos. Sin embargo, el hecho de enterarme que iba a ser papá en octubre de 1996, fue tan gratamente sorprendente como si nunca lo hubiera imaginado. Poco después sentí mucha más emoción cuando lo vi por primera vez en la ecografía y me enteré que era niño, un hermoso cachetón”, recordó con alegría el señor Eder.

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Pero ese sentimiento de felicidad y orgullo se completaría finalmente cuando luego de nueve meses de espera recibió a su bebé varón entre sus brazos. “Ese momento es indescriptible… Sólo lo siente quien lo vive”, agregó.

El gran sueño de Eder de trascender en otra persona se había cumplido. Era en ese momento en el que empezaría la labor de lograr que su hijo fuera una mejor versión de él, a través de sus enseñanzas.

“El fruto del amor al prójimo”

La idea de ser padre por segunda vez aún no rondaba la cabeza de Eder, sin embargo esa posibilidad llegó tal vez de la manera más inesperada y terminó por convertirse en una experiencia tan gratificante que llegaría para complementar la labor que tan solo algunos años atrás había iniciado con Juan Pablo.

Se trató de «Miguelito» , un niño que a la edad de dos años llegó por causalidad a la vida de esta familia.

“Por cosas de la vida su mamá, una estudiante universitaria de 16 años, no lo podía tener. Un día se lo dejó a cargo a Carmen, una amiga mía. Durante ese tiempo el niño no paraba de llorar, por lo que Carmen me llamó para que le ayudáramos, así que fui con mi esposa hasta su casa, lo alzamos en nuestros brazos y dejó de llorar.

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“Desde ese día sentimos una conexión especial con Miguelito, por lo que decidimos que queríamos ayudarlo y que fuera parte de nuestra familia”, recordó el señor Eder.

La familia había sumado un nuevo integrante, razón por la cual Eder y Patricia decidieron que no tendrían más hijos, para poder dedicarse de lleno a la crianza de Juan Pablo y su hermanito Miguelito.

“Nosotros siempre consideramos a Miguelito nuestro hijo, lo tratamos como parte de nuestra familia y lo queremos igual. Con mi esposa siempre hemos dicho que Juan Pablo es el fruto de nuestro amor y Miguel el fruto de nuestro amor al prójimo”, completó.

Este trabajo lo realizaron por más de 10 años, hasta que Miguel decidió aceptar la invitación que su madre biológica le hizo para que se fuera a vivir con ella a Suecia, país en donde se radicó hace varios años atrás.

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“En el 2014 ella le ofreció irse a vivir a Suecia, pues aunque él vivía con nosotros siempre supo de su mamá y se veía constantemente con ella. Él motivado por conocer otro país decidió irse y nosotros lo apoyamos. No obstante su despedida fue muy dura, sabíamos que se iba una parte de nosotros”, comentaron los esposos.

Como todos los años, este domingo la familia López Pedraza se reuinirá en su casa de campo para festejar el Día del Padre, junto a sus seres más allegados.

El secreto de una crianza exitosa

César Flórez / GENTE DE CABECERA

Aquellos que conocen a Eder lo describen como una gran persona. Un hombre que se ha destacado siempre por su temor de Dios, responsabilidad, puntualidad y emprendimiento.

Cualidades que heredó de Ricardo López, su padre, y que no ha dudado ni un segundo en enseñar a sus hijos, esos mismos de los que hoy se siente orgulloso, porque asegura haber formado hombres de bien y que serán valiosos para la sociedad.

“El temor de Dios es la base para formar cualquier hogar. Poder transmitirles a ellos los valores y principios éticos y morales para que sean personas útiles en su comunidad. Por eso me siento muy contento, porque sé he cumplido mucho en ese aspecto”, manifestó con orgullo Eder.

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Esos valores que han sido fundamentales son los mismos por los que hoy Juan Pablo y Miguel le agradecen a su padre.

“Yo admiro mucho a mi papá y le agradezco a él por todos los valores que me ha enseñado. Algo que me gusta mucho de él es la confianza que nos tenemos, porque puedo confiar abiertamente en él, y hasta decir que mis amigos son sus amigos”, resaltó Juan Pablo.

Un trabajo de educación basado en el amor que ha acompañado del arte de interpretar el piano. Talento que tanto padre como hijo comparten y con el cual aprovechan para pasar tiempo juntos.